UN PASO MÁS HACIA LA ENSEÑANZA

El módulo genérico del Máster llega a su fin y, con él, toca escribir la última entrada de este blog, en la que se nos pide que realicemos una pequeña reflexión de cómo creemos que será la educación en el año 2030.                                              Dicen que lo último que hay que perder es la esperanza y por eso quiero pensar que en el año 2030 el sistema educativo español habrá mejorado y que para entonces todos nosotros nos hayamos convertido en unos buenos profesores que ayuden a sus alumnos y mejoren (aunque solo sea un poco) la sociedad. Me gustaría pensar que los alumnos acudirán a las escuelas motivados y que estas se van a convertir en espacios de crecimiento, de entusiasmo por el conocimiento y de innovación, dedicados fundamentalmente al desarrollo personal. Ojalá que esa educación del 2030 será igualitaria, sin diferencias sociales, en la que todo el mundo se pueda permitir estudiar y en la que los estudiantes universitarios, una vez finalicen sus estud

En la actividad de reflexión y análisis número 19 se nos pide que hablemos de aquellos posibles conflictos que puedan suceder en el aula y que planteemos posibles soluciones.                                                             Los conflictos en los centros educativos son múltiples y variados. Los más frecuentes ocurren , por un lado, entre los propios alumnos y, por otro lado, entre estos y el profesorado. Se debe tener en cuenta que un centro educativo, además de ser un lugar de aprendizaje, es un espacio de convivencia donde pueden surgir diversos conflictos que los docentes deben resolver, ya que los alumnos provienen de contextos muy diferentes y, cada uno de ellos, requiere un tipo de necesidades específicas. La mayor parte de los conflictos entre los alumnos se producen por bromas, insultos, malentendidos o prejuicios y el profesor puede solucionarlos mediando entre los alumnos involucrados, intentado que hablen y empaticen.  Sin embargo, también hay otros co

                                                                  En la actividad de reflexión y análisis número 18 tenemos que meditar sobre cómo sería un buen tutor destacando los rasgos de personalidad y las competencias que consideramos más importantes en los profesores para que cumplan bien esa función.  Considero que resulta bastante complicado resumir en unos pocos adjetivos o sustantivos el conjunto de requisitos que  debería poseer  un profesor para ser un buen tutor y gestionar de la mejor forma posible las relaciones con los alumnos, los padres y el resto de profesores, ya que no solo se basa en su relación con los alumnos sino que también es importante su interacción con las familias y los demás docentes. Entre las múltiples características que sería útil que dominara un buen tutor, destaco las siguientes: Empático. Inteligente. Cercano. Humilde. Respetuoso. Innovador. Comunicativo. Ejemplar. Implicado. Paciente. Seguramente, para ser un buen tutor